Cuando nos enojamos con otra persona o con nosotros mismos siempre tenemos ganas de llorar. Puede ser por discusiones o simplemente porque algo no sale como esperábamos o teníamos planeado. Esas ganas de llorar son debidas a varios motivos.
Llorar de rabia o impotencia.
Ese sentimiento que nos atraviesa cuando vemos que las cosas no salen como queremos se transmite en llanto por motivos hormonales y psicológicos. También tiene un componente físico en el que nuestro cuerpo reacciona con el llanto para protegernos.
Llorar ser sensibles.
Hay personas que son mas sensibles que otras y el llanto aparece tanto de enojo como de felicidad. Este hecho puede ser por el que muchas personas como una forma de aliviarse de la presión lloran muchas veces sin motivo. Deberemos dejar que nuestros sentimientos afloren sin reprimirlos, si no, luego podría ser peor.
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Cuando estamos enojados, a menudo se debe a que nos sentimos heridos. La ira que conduce a las lágrimas, especialmente, probablemente se ha estado acumulando durante algún tiempo. Esto se ve mucho en los niños que aún no tienen la inteligencia emocional para diferenciar entre la ira y el dolor. El llanto es el resultado de una frustración reprimida que necesita ser liberada. Esto puede parecer llorar por una traición o no ser entendido por un familiar o amigo. Cuando deseas tanto ser escuchado por las personas que amas, pero no te entienden, eso te lleva a la ira y al resentimiento. Pero también se desarrollarán lágrimas porque hay dolor detrás de esa ira. El llanto es la manera que tiene tu cuerpo de liberar tanto la tristeza como la ira. Pero el hecho de que la liberación sea en forma de lágrimas no significa que sea un signo de debilidad. Las lágrimas muestran que te importa y que sientes. Tener una respuesta emocional ante una falta o una mala situación es muy normal y muy humano. Si alguna vez has estado en medio de una conversación y te has encontrado diciendo: «No sé por qué estoy llorando», echa un vistazo más profundo a ti mismo. Probablemente hay una herida que necesita ser respondida.
Por lo general, cuando los niños lloran de ira, proviene de un sentimiento de que la situación es injusta. Cuando se les dice que no o se les pide que hagan tareas, a menudo escuchas a un niño gritar «¡No es justo!» Como adultos, también hacemos esto. Cuando nos sentimos agraviados o traicionados, nos enojamos y nos molestamos. Pero también hay un dolor real detrás de la ira. Nuestro sentido del bien y del mal ha sido puesto a prueba. Lo que esperábamos de nuestros amigos, familiares o compañeros de trabajo no sucedió, y nos quedamos para recoger los pedazos. Las lágrimas parecen una reacción natural a esta mezcla de emociones. Lo que sentimos necesita encontrar una salida. Es más difícil reprimir lo que sientes cuando lo sientes con tanta fuerza. Es por eso que las lágrimas a menudo acompañan a la ira. Sientes tanto a la vez que no puedes evitar dejarlo salir.
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